“…El transporte de la realidad.
Cáchense esa palabrita. El re, es repetir el alidad de una línea: repetir una línea. La realidad es una línea repetida y lo dice la física cuántica. Si tú crees algo, sucede. Entonces una realidad es una línea repetida. Por eso ella inventó la podesía, cáchense esa palabrita.
Podesía.
El poder del sí,
el poder que le dice sí a
lo que es.
Tejer es crear por hilván, hilación del hablar.
La tejedora del mundo es la poesía.
La podesía, que no es solamente como decían acá, el poetizar de los poetas, sino la totalidad del nombrar en todo momento, la metáfora que nos lleva porque creemos en el crear. Porque creemos en ella.
Dite a ti misma: Cooooooooncheetumaaaadre. Y te penetra.
Decir: ¿Quién sabe qué estoy diciendo acá?
Decir, por ejemplo, “el mercado” y creer en él.
Decir, por ejemplo, “la tele” y creer en la tele.
Decir “el sistema”, si, ese es el tema y creérselo.
El crear del creer y el creer del crear. No hay desde la física cuántica una realidad objetiva, como se decía en mi época, no. Hay un crear colectivo, una realidad en la que todos nos ponemos de acuerdo. Con que sí o con que no, pero sí. El crear, creándola…minuto a minuto.
Y la Violeta para mi es la maestra del creer, crear…la tejedora de un mundo anterior-futuro posible, basado en la distinción del ver, porque el ver, vean el ver del dad, el ver es el dar, lo que uno da es lo que uno ve, la visión de lo solidario opuesto al egoísmo.
Con tanta ida y venida se pierde el compañerismo. “Cada cual tiene su abismo donde florecen los egoísmos”, dice ella?
Ella, la podesía, la lámpara sangre que dice Nica. Ay sí sí. Dice ella. Abriendo el panal, el poder del sí. El antídoto del mal. El graaaaa del sí. Oigan el graaaaa al interior del sí, agradecí. Agradecí. Agradezco las gradas rotundas del sí. Tres puertas abiertas, ahí el gra, ahí el graaa es una palabra antiiiiigua, antiiiigua de posiblemente dos o tres o quién sabe cuantos miles de años más. Es el origen, en el origen del co… del co… en cogollo… corazón. Co, del con, el can, es el inglés, el cuo, del cuore en italiano. Todos vienen de ahí.
Agradecer es estar en él… en el órgano vacío. El órgano de la unión, el lugar del encuentro. Donde el veneno se vuelve remedio, la vena, la arteria. El co-razón con razón.
Ella es el licor, la pócima dice Nicanor, la cicuta, maleza, la que mata y mejora a la vez. Porque se personifica, como dicen los cantores. Se personifica, como dicen los poetas. Y aquí los poetas del campo no son del “campo” como cuando uno dice “ellos allá y yo acá”. No. El campo que para mí no es el espacio de las vaquitas. El lugar, no, el lugar donde los poetas han mantenido la conexión del habla y el canto con la tierra. Es el espacio futurista donde las palabras aún se leen como energía. Claudio Mercado va y escucha a los poetas de Pirque y escucha que dicen: Palabra es una línea completa, lo que nosotros llamamos un verso… un verso.
Ver-so, quiere decir ir para allá. So and so. So and so. Esa palabra no es ni palabra ni línea, sino que es la intención que la lleva. Y esa intención en quechua tiene un nombre: sunqu. Sunqu, la energía del corazón en quechua. El órgano vacío, el interior de la madera. Espíritu de la intención que lleva ese animalito.
La intención que forma y deforma la energía.
Hay una cosa que quisiera decir, como retomando unas de las insistencias que han venido sucediendo durante estos dos días gloriosos que hemos tenido de escucharnos unos a otros pensando en la Violeta y es la presencia del silencio. Entonces. Yo había escrito una cosa bien larga y creo que va a ser mejor escucharla de todos y no que la diga yo y es que venía pensando en una cosa que dice la Violeta:
“El quejido del indio, ¿por qué no se escuchará?”.
Entonces uno está pensando en Pascua Lama, por ejemplo, ahora que se están vendiendo los glaciares. Y a la gente que es dueña de ese terreno, ¿quién la está escuchando? Si uno piensa en la gente que está en el sur, ¿quién la está escuchando?
¿Quién está escuchando a ese indio interior adentro de nosotros mismos?
La pregunta de la Violeta la contestan de algún modo las poetas mujeres mapuches que he estado leyendo en una antología que salió recién el mes pasado. Ellas dicen: “Porque no oímos el silencio”. Y yo digo: el silencio al interior de las palabras.
No oímos el silencio, haciendo el amor con el sonido.
Porque el sistema en que vivimos es un sistema de no oír.
La clave es no oír ni el ser interior ni el del otro.
Esa es la definición. Por esa razón profunda estamos congregados aquí con la Viola y la podesía, que son formas de oír el oír de todos, que es el camino de la transformación.
La subversión es oír y eso es lo que ella hizo.
Atender a ese hecho, a ese espejo neurón, ¿han escuchado esa expresión? Los neurones-espejo: la contrapartida. Cuando la gente dice que nuestra cultura humana es de una violencia extraordinaria, que nos hemos venido matando desde hace miles de años, hablamos de una violencia fundadora. De un homicidio fundador. Ese homicidio fundador no comienza en el comienzo de la humanidad sino en un momento en que la cultura arcaica de la humanidad decide entrar en el miedo.
Imagino un momento de terror por la supervivencia en el que empieza a generarse la violencia, la cultura de la violencia que ahora está llegando a su cúspide. Llevamos probablemente unos diez mil años en esa cultura de violencia, sin embargo hay una cuestión biológica adentro del cerebro que marca la posibilidad de un comienzo desde mucho antes, que viene posiblemente desde hace cien mil años atrás, es lo que ahora se llama el espejo neurón. Y consiste en que basta que yo te vea sufrir y llorar para que mis neuronas se reorganicen por completo y yo sienta lo que tú estás sintiendo. Todo animal. Todo bicho viviente en este planeta tiene ese espejo neurón y nosotros más que ninguno y eso es lo que no estamos oyendo. La capacidad de empatía, la capacidad de compasión y de amor que genera la felicidad. Porque cuando eso está activo, funciona la hormona de la felicidad, que es mejor que la morfina, mejor que la heroína. La droga de la felicidad es ayudar, es ayudar a la gente. El amor de la Violeta.”